Después de una cirugía, muchas personas se sorprenden al ver que el médico ha colocado un pequeño tubo o dispositivo cerca de la zona intervenida. Ese elemento se llama drenaje quirúrgico, y aunque te puede generar un poco inquietud al principio, cumple una función muy importante en tu recuperación.
Entender qué es un drenaje quirúrgico, para qué sirve y cuánto tiempo se mantiene ayuda a afrontar el postoperatorio con más tranquilidad y a colaborar mejor en el proceso de curación, así que vamos a ello.
Qué son los drenajes quirúrgicos

Un drenaje quirúrgico es un tubo o dispositivo que se coloca de forma temporal durante o después de una cirugía con el objetivo de extraer líquidos, sangre o secreciones que puedan acumularse en la zona intervenida.
Después de una operación, es normal que el cuerpo produzca cierto líquido inflamatorio o que queden restos de sangre en el tejido. Si ese contenido no se elimina correctamente, puede generar infecciones, hematomas o retrasar la cicatrización. Básicamente, es una forma de que salga de forma controlada, permitiendo que esos fluidos abandonen el cuerpo de forma segura y que la herida se mantenga limpia.
Se utilizan en muchas especialidades, desde cirugías plásticas (como aumentos de pecho o abdominoplastias) hasta operaciones abdominales, torácicas o traumatológicas. El drenaje se deja colocado solo durante el postoperatorio y se retira una vez que deja de cumplir su función, normalmente cuando el volumen de líquido es mínimo.
Tipos de drenajes
Existen diferentes tipos de drenajes quirúrgicos, y cada uno tiene una finalidad concreta. La elección depende del tipo de cirugía, la localización del drenaje y la cantidad o tipo de líquido que se espera evacuar. Los drenajes pueden clasificarse según su mecanismo de funcionamiento, el sistema de recolección o su finalidad médica, estos son los principales:
- Pasivos y activos.
- Los drenajes pasivos funcionan gracias a la gravedad o la capilaridad, sin necesidad de succión. Son simples y se usan en casos con poco riesgo de acumulación de líquido.
- Los drenajes activos, en cambio, utilizan un sistema de vacío o succión para extraer los fluidos de manera más eficiente. Este tipo se usa con frecuencia en cirugías donde se requiere un control más estricto, como en operaciones plásticas o abdominales.
- Abiertos y cerrados:
- En los drenajes abiertos, el líquido sale al exterior y se recoge en una gasa o compresa; hoy en día se usan poco por el mayor riesgo de infección.
- Los cerrados conducen el líquido hacia un recipiente o bolsa hermética, evitando el contacto con el aire. Son los más empleados en la actualidad porque reducen el riesgo de contaminación y permiten medir con precisión la cantidad drenada.
- Drenaje de Kehr. Este drenaje tiene forma de T y se utiliza sobre todo en cirugías del sistema biliar, por ejemplo, después de una intervención de vesícula o vía biliar. Permite la salida de bilis hacia el exterior mientras las vías se cicatrizan correctamente.
- Drenaje Pigtail. Es un tipo de drenaje fino y flexible que se introduce con una técnica mínimamente invasiva, guiado por imagen. Se usa para evacuar líquidos localizados, como abscesos o colecciones profundas, y su extremo en forma de «cola de cerdo» impide que se desplace.
- Profilácticos y terapéuticos.
- Los drenajes profilácticos se colocan de manera preventiva, para evitar que se acumulen líquidos tras la cirugía.
- Los terapéuticos, en cambio, se usan cuando ya existe una colección de líquido o pus que debe eliminarse.
¿Para qué sirven los drenajes después de una operación?
Durante una cirugía, los tejidos se manipulan, se cortan pequeños vasos y se genera una respuesta inflamatoria normal del organismo. Todo esto puede provocar la acumulación de líquidos que, si se quedan atrapados, pueden dar lugar a complicaciones.
Los drenajes quirúrgicos cumplen varias funciones esenciales:
- Eliminar líquidos no deseados. Retiran sangre, suero o secreciones que podrían acumularse en la zona quirúrgica.
- Reducir la inflamación. Al evitar que los líquidos se acumulen, se reduce la presión interna y se favorece la cicatrización.
- Prevenir infecciones. Los líquidos estancados son un excelente medio de cultivo para bacterias. Drenarlos ayuda a mantener la zona limpia.
- Controlar el sangrado. Permiten detectar si hay sangrado anormal tras la operación, lo que facilita actuar a tiempo.
- Evaluar la evolución postoperatoria. El cirujano puede analizar el aspecto y la cantidad del líquido drenado para valorar si la recuperación avanza correctamente.
¿Cuánto tiempo puede estar un drenaje quirúrgico?
En la mayoría de los casos, un drenaje quirúrgico permanece entre 3 y 7 días, aunque en procedimientos más complejos puede ser necesario mantenerlo algo más de tiempo, pero no mucho más. El criterio principal para retirarlo no es tanto el número de días, sino la cantidad y aspecto del líquido drenado. Cuando el volumen disminuye y el contenido pasa de ser sanguinolento a un líquido más claro y escaso, el cirujano considera que ya ha cumplido su función.
Durante este periodo, es normal notar una leve molestia o sensación de tirantez en la zona donde está colocado, pero nunca debe provocar dolor intenso, fiebre ni inflamación excesiva. Si se presentan estos síntomas, es importante avisar al médico de inmediato.
El retiro del drenaje es un procedimiento rápido y prácticamente indoloro, que se realiza en consulta y no requiere anestesia. En segundos, el tubo se retira suavemente y se cubre el pequeño orificio con una gasa estéril.
Cuidados básicos si tienes un drenaje quirúrgico
Si te han colocado un drenaje tras una cirugía, es fundamental que sigas ciertos cuidados básicos para evitar infecciones y asegurar una correcta cicatrización. Aquí te dejo mis recomendaciones que te ayudarán a sobrellevarlo con tranquilidad:
- Mantén la zona limpia y seca. Evita mojar el área del drenaje hasta que el médico te autorice. Si el drenaje está conectado a un recipiente, límpialo con una gasa estéril y solución antiséptica según las indicaciones del cirujano.
- No manipules el tubo. Nunca tires, dobles o cortes el drenaje por tu cuenta. Si notas que se ha soltado o deja de funcionar, acude al centro médico para que lo revisen.
- Vigila la cantidad de líquido. Algunos drenajes cerrados tienen un recipiente medidor. Anota cuánta cantidad se acumula y su color. Esto ayuda al médico a decidir cuándo retirarlo.
- Evita el roce con la ropa. Usa prendas cómodas y sueltas que no presionen la zona. Si el drenaje está en el abdomen o el pecho, evita los cinturones o sujetadores ajustados.
- Sigue la medicación pautada. Si tu cirujano te ha recetado antibióticos o analgésicos, tómalo exactamente como te ha indicado. Esto reduce el riesgo de infección y ayuda a controlar el malestar.
- No hagas esfuerzos físicos. Levantar peso, hacer deporte o realizar movimientos bruscos puede provocar sangrado o desplazamiento del drenaje. Espera siempre a que el médico te confirme cuándo puedes retomar la actividad.
- Acude a las revisiones programadas. Son fundamentales para controlar la evolución de la herida y del drenaje. No faltes a ninguna cita, incluso si te sientes bien.
En la mayoría de los casos, los drenajes se retiran sin complicaciones y la zona cicatriza perfectamente. Tener un drenaje quirúrgico puede generar algo de incomodidad, pero también es una señal de que tu equipo médico está cuidando cada detalle de tu recuperación.



